En Grecia: Con esculturas en forma humana ocupan milenaria isla deshabitada
En el sagrado territorio insular de Delos.
La pequeña isla griega de Delos, antaño centro sagrado y comercial de la Antigua Grecia y deshabitada desde hace miles de años, tiene nuevos moradores: las esculturas contemporáneas del artista británico Antony Gormley, que la pueblan de extremo a extremo, en un diálogo con la arqueología milenaria.
Es la primera vez que Delos, una roca de granito de apenas cinco kilómetros de largo y menos de uno y medio de ancho, es el escenario de una exhibición de arte contemporáneo. Titulada "Sight", la propuesta de Gormley se añade a los restos bien conservados de la vida que albergó esta isla cicládica.
Gormley (Londres, 1950), escultor con 40 años de carrera artística, ha sido el encargado de repoblarla con 29 esculturas de hierro, de forma humana, elaboradas en los últimos 20 años y de las cuáles cinco han sido hechas especialmente para la ocasión.
"El yacimiento es la exhibición. Mis esculturas son únicamente pequeños puntos de acupuntura que he tratado de colocar en el lugar correcto para reenergizarlo", explica a Efe Gormley mientras observa una de sus piezas, un humano pixelado sentado sobre el resto de una columna griega.
Gormley se siente muy afortunado de exponer en Delos, algo que califica de "un acto extraordinario de generosidad" por parte del Eforado de Antigüedades de las Cícladas, agencia pública que gestiona el sitio y que le ha ofrecido la oportunidad de "tener una conversación con la geografía y la historia de la humanidad".
Para el artista, no hay una manera concreta de "leer" la exhibición, sino que se trata de que "cada uno haga su propio viaje" a través de las esculturas, por lo que se resiste a compartir sus interpretaciones sobre ellas.
El artista británico cuenta con obras permanentes en diferentes países, como 'Angel of the North' (Reino Unido) y 'Exposure' (Holanda), y recientemente ha expuesto en la Galería Uffizi de Florencia (2019), el Long Museum de Shanghai (2017) y la National Portrait Gallery de Londres (2016), entre otros.
Además, Gormley, Premio Turner en 1994 y miembro de la Royal Academy of Arts desde 2003, se formó en Arqueología, Antropología e Historia del Arte en la Universidad de Cambridge.
Elina Kunturi, co-comisaria de la exhibición y directora de NEON, la organización encargada de su desarrollo, asegura a Efe que después de la primera visita para decidir qué artista encajaba en la localización, pensó rápidamente en Gormley.
"Pensé en sus obras porque están relacionadas con el cuerpo humano y el espacio. Pensé que su trabajo sería el amplificador más apropiado de la historia antigua, que nos daría una nueva percepción contemporánea sobre por qué el arte es central en nuestra historia", cuenta Kunturi.
Las 29 esculturas, algunas figurativas y otras abstractas, están repartidas por toda la isla, de pie, recostadas, tumbadas o plegadas sobre sí mismas. "Decidimos activar el conjunto del yacimiento, desde el extremo norte al sur. Las figuras naturalistas de Gormley actúan de centinelas de la isla sagrada", ilustra la comisaria.
Delos, a apenas media hora en barco de la icónica isla de Miconos, fue un importante centro sagrado de la Grecia antigua. Según la mitología, albergó el nacimiento de los dioses Apolo y Artemisa, hijos gemelos de Zeus y su amante Leto, un suceso que aseguró la prosperidad del enclave.
La isla, habitada por primera vez alrededor del 2500 AC y cuyo santuario a Apolo data del 900 AC, tuvo su periodo glorioso en las épocas arcaica y clásica, cuando helenos de todo el mundo griego acudían a adorar al dios Apolo en su lugar de nacimiento.
La declaración de Delos en 167 AC como puerto libre atrajo a mercaderes, banqueros y propietarios de buques, así como a constructores y artesanos que les construyeron lujosas casas decoradas con mosaicos y pinturas al fresco, aún hoy reconocibles.
Sin embargo, cuando Delos dejó de ser uno de los principales puertos comerciales del Mediterráneo, alrededor del 69 AC, la mayoría de sus habitantes la abandonaron.
Hoy en día, más de 100.000 personas de todo el mundo visitan cada año esta pequeño lugar conservado a través del tiempo, con un 60 % aún sin excavar. Nadie puede dormir en la isla, que no cuenta ni con hoteles ni con restaurantes, a excepción de un pequeño café junto al museo, ni tampoco bañarse en sus idílicas playas.
Las 29 esculturas de Gormley son las únicas con permiso para quedarse en la isla, aunque de forma temporal, hasta octubre de 2019. Entonces, las obras serán retiradas y no quedará ni rastro de sus, por ahora, nuevos moradores.
EFE